La preceptuación en Orvalle es una ayuda a los padres, que son los principales responsables de la educación de sus hijos, para garantizar una unidad de criterio entre familia y el colegio.
La preceptuación es el acompañamiento personal que cada alumno y su familia recibe a lo largo de su etapa escolar en el desarrollo académico, personal y espiritual. Es un espacio de confianza, escucha y orientación que fortalece el vínculo entre familia y colegio, y ayuda a cada alumna a sacar lo mejor de sí misma.
Desde que una familia se incorpora al colegio, se le asigna una preceptora estable que les acompaña durante toda su etapa escolar. Esta figura conoce a la alumna/o y a su familia en profundidad.
La preceptora se reúne, con una frecuencia mínima mensual, con la alumna en un entorno de confianza, para conocer su situación académica, personal y espiritual, y ayudarla a marcar objetivos de mejora.
A lo largo del curso, y con una frecuencia mínima trimestral, se mantienen reuniones con los padres para compartir observaciones, alinear criterios educativos y establecer una colaboración real entre familia y colegio.
A partir del conocimiento integral de la alumna, se identifican sus fortalezas y áreas de mejora, y se plantean metas concretas y alcanzables, acordes con su etapa y personalidad.
La preceptora realiza un seguimiento sistemático de los avances de la alumna y, si es necesario, coordina acciones con profesoras, tutoras o dirección, para asegurar una respuesta educativa efectiva.
En cada encuentro, se trabaja también el desarrollo de virtudes (como el orden, la responsabilidad, la generosidad o el esfuerzo), y se refuerzan actitudes positivas frente al estudio y la vida.
La preceptora ofrece orientación cercana en circunstancias familiares complejas, decisiones académicas importantes o cambios emocionales, siendo un punto de apoyo constante para la alumna y su familia.
Periódicamente, se revisan los objetivos planteados, se valoran los progresos y se renuevan las metas, adaptándolas a la evolución de la alumna y su contexto.
En Orvalle, la atención personalizada no es solo un ideal, sino una realidad diaria. Cada alumna cuenta con una preceptora que la acompaña en su desarrollo académico, personal y espiritual, como sello diferencial de nuestra identidad.
Se organiza para dar la mejor atención a cada familia.
La clave de una buena preceptora es su capacidad de inspirar confianza.
Quiere a cada uno como es y como está, escucha con interés verdadero, recuerda lo que habla con los padres y alumnas, en lo que ha quedado y reza por las cuestiones concretas.
De la alumna y de sus padres. La acompaña en la toma de decisiones, sin imponerse y sobre todo fomenta los grandes ideales que deben iluminar su vida.
Trabaja en equipo junto a los padres y los demás profesionales del colegio.
Transmite fortaleza y sinceridad a los padres, siendo siempre transparente.