El mito de la educación finlandesa: todo lo que no te contaron sobre su éxito
Publicado en www.elconfidencial.com
El mito de la educación finlandesa: todo lo que no te contaron sobre su éxito
En agosto de este año se implantará en la educación básica finlandesa la nueva reforma del currículo (NCF, National Curriculum Framework) que fue aprobada en el año 2012. Los cambios garantizarán la célebre independencia de colegios y municipios a la hora de implantarlos y tiene como objetivo el “desarrollo de los colegios como comunidades de aprendizaje, el énfasis en la alegría del aprendizaje y una atmósfera colaborativa, así como la promoción de la autonomía del estudiante en su formación y en la vida escolar”, como aseguraba Irmeli Halinen, la responsable de currículo de la Junta Nacional de Educación de Finlandia.
Esto se traduce en la ya conocida y polémica supresión de asignaturas –tal y como las conocemos– y su sustitución por el trabajo por proyectos, que tiene como objetivo desarrollar siete áreas competenciales. Por ello, su principal herramienta serán “las prácticas colaborativas del aula que tendrán aparejados estudios multidisciplinarios, basados en el fenómeno, donde varios profesores podrán trabajar con un número dado de estudiantes al mismo tiempo”.
Vista desde España, donde el mero hecho de nombrar los exámenes PISAprovoca que se erice el vello del más pintado, suena a que los finlandeses no quieren dormirse en los laureles y aprovechar los buenos momentos para apuntalar su sistema educativo: son uno de los países europeos que mejor parados salen en las pruebas realizadas por la OCDE, aunque lejos de países asiáticos como Japón, Singapur o parte de China. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y es probable que la reforma vaya mucho más allá e intente hacer frente a algunos de los “problemas” a los que ya se refirió Krista Kiuru, la antigua ministra de Educación y Ciencia, en una entrevista con 'The Atlantic', “en algunas escuelas de las afueras con más inmigrantes o mayor desempleo”. Pero probablemente no sean los únicos.
El desplome en los 'rankings'
Créanlo o no, PISA también inquieta a los finlandeses, sobre todo después de su caída en los resultados de 2012, que ahondaron en los ya mediocres obtenidos en 2009. Aunque aún siguen muy por encima de la media, los resultados mostraron que los niños finlandeses obtenían 519 puntos en matemáticas –la principal materia del estudio en aquel año–, por los 544 del año 2003. Como resultado, Finlandia cayó del puesto número dos al doce, siendo superada por ostros países europeos como Liechtenstein, Suiza, Países Bajos y Estonia, así como los ya conocidos Shanghai, Singapur, Hong Kong, Taiwán y Corea. Unos resultados que propiciaron un perverso paralelismo con otro gran icono escandinavo como es Nokia, que se hundió en su propio éxito por no ser capaz de reaccionar a tiempo, como recordaba el presidente del Sindicato Educativo de Alemania (OAJ), Olli Luukkainen.
Desde entonces, infinidad de análisis y propuestas han visto la luz para intentar explicar la razón de este declive y proponer soluciones. Una de las máspolémicas, y quizá también de las más reveladoras, es la del director de investigación del Centro para la Reforma del Mercado de la Educación, Gabriel Heller Sahlgren, que proponía una tesis diametralmente opuesta a la de aquellos expertos extranjeros que identificaban en la liberalización finlandesa la clave de su éxito. Nada de eso: según su informe, llamado 'Real Finnish Lessons: The true story of an education superpower', no hay ninguna razón concluyente para mantener que el éxito finlandés se debe a “la igualdad, con la reforma comprehensiva de los colegios en los años 70 como cimiento, y la ausencia de exámenes estandarizados, rendición de cuentas y reformas comerciales”, así como a “los pocos deberes y al actual sistema de formación de profesores”.
En realidad, argumentaba Sahlgren, el auge de la educación finlandesa comenzó mucho antes de que se tomasen estas decisiones políticas. En los años 90, los que pavimentaron el camino para que Finlandia arrasase en el informe PISA de 2000, el sistema educativo se encontraba muy centralizado y los centros carecían de la autonomía de la que hoy gozan. Se trata, más bien, de una peculiar situación histórica muy semejante a la de algunos de esos países asiáticos a los que tan bien les va en las pruebas académicas: su incorporación a la industrialización y el desarrollo económico fue posterior a la de otros países, por lo que conservó Finlandia muchos rasgos de las sociedades tradicionales, al mismo tiempo que recibía una importante inversión económica en educación.
El informe de Sahlgren es tremendamente iconoclasta. Recuerda que, muy probablemente, “el clima escolar jerárquico y tradicional se mantuvo activo hasta hace relativamente poco”, lo que el autor identifica con el éxito del país. Por lo tanto, han sido las recientes reformas las que han propiciado la decadencia, no las que han llevado a Finlandia al lugar en el que se encuentra: “La reciente caída en el rendimiento puede en parte ser explicada por el hecho de que muchas de las condiciones previas para el éxito están siendo actualmente erosionadas”. En otras palabras, Finlandia se está poniendo al día con la transformación económica de la segunda mitad del siglo XX que ha provocado que “la cultura educacional centrada en el profesor esté siendo reemplazada por formas de trabajar centradas en el alumno”.
Vieja discusión para un futuro por escribir
Vistas sus palabras, es fácil clasificar a Sahlgren como uno de esos especialistas educativos nostálgicos por los viejos tiempos de disciplina y protagonismo del profesor. Sin embargo, no es el único que ha manifestado sus reservas frente a las nuevas reformas educativas, incluso a partir de argumentos diferentes. Como aseguraba un reciente reportaje publicado en 'The Economist', hay dos grandes preocupaciones que atormentan a los detractores del nuevo currículo. Por un lado, la cada vez mayor desigualdad entre los alumnos de diferentes entornos sociales, y que contradice la gran victoria igualitaria conseguida durante las últimas décadas. Por el otro, la extinción de aquella peculiar mezcla que provocó el gran 'boom' educativo finlandés con su culmen en el año 2000.
“El error que los políticos y expertos en educación cometen en Finlandia, China o en cualquier país que figure en los primeros puestos del informe PISA es asumir que la razón del éxito tiene que ver con las peculiaridades del sistema educativo”, explicaba en 'The Conversation' Dennis Hayes, profesor de Educación de la Universidad de Derby. En su opinión, en la línea de la de Sahlgren (aunque no exactamente igual), gran parte del éxito finlandés podía explicarse a partir de sus peculiaridades sociales, culturales e históricas, no solo por célebres acercamientos a la educación como la libertad de los docentes o la ausencia de evaluaciones.
“Lo que distinguía a Finlandia a finales del pasado siglo eran las expectativaseducativas”, explica el docente. “Sin embargo, hubo un momento a mediados de los años 90 que esas expectativas eran tan altas que se dijo que estaban dañando la autoestima de los alumnos”. Es decir, justo en el momento en el que Finlandia estaba obteniendo los mejores resultados en los exámenes externos se empezó a replantear su cultura educativa, basada en el esfuerzo y la buena reputación de la educación. En opinión de Hayes, el volantazo hacia una educación basada en habilidades y no en contenidos (por otra parte, muy común en los países desarrollados) no es otra cosa que una muestra del pánico finlandés por perder su lugar privilegiado en los 'rankings'.
Solo el tiempo dará la razón a unos o a otros, pero las opiniones de los expertos en educación reabren un melón que habitualmente se suele ignorar, quizá porque sugiere la determinista idea de que el contexto social, educativo e histórico es lo que verdaderamente marca la diferencia, y no las distintas políticas que puedan adoptar los gobernantes. No cabe ninguna duda de que Finlandia se está sumando a las reformas más radicales de la vanguardia educativa que algunos han llamado GERM (Global Education Reform Movement) porque está en una posición privilegiada para hacerlo; también que, como se ha demostrado repetidamente, el verdadero efecto de las reformas educativas tan solo puede percibirse a largo plazo.
Una última moraleja para los españoles obsesionados con los resultados delexamen PISA: si damos más importancia a la tendencia que a los resultados absolutos, tenemos más que celebrar que los finlandeses, como ya hemos visto. Especialmente, si tenemos en cuenta la situación sociohistórica de cada país, ya que la nuestra, tras décadas de retraso en la educación, aún nos permite un amplio margen de mejora. Basta con cambiar ligeramente de perspectiva para darse cuenta de que en todas partes cuecen habas. Incluso en Finlandia, uno de los casos que nos recuerdan que, entre la realidad y la leyenda, muchos prefieren quedarse con esta última y obviar que la realidad es altamente compleja.