El nuevo modelo de inteligencia: hacia una pedagogía científicamente fundada

Fecha: 30/05/2016

articulodeinteres-orvallePublicado en El Confidencial

La gran transformación evolutiva se dio cuando el cerebro fue capaz de controlarse a sí mismo y dirigir toda la potencia de la inteligencia generadora hacia metas a largo plazo.

La semana pasada, hablé de la proliferación de métodos pedagógicos. Una de las causas es que carecemos de un modelo integrado de inteligencia humana sobre el que fundar una pedagogía rigurosa. La psicología nos presenta una 'psicología de hamburguesa' de difícil utilización educativa. Hemos troceado la mente humana y no sabemos cómo pegar los trozos. Cada pedagogía se fija en un aspecto y sobre él construye su teoría. La terminología es embarullada. Con frecuencia, los conceptos no definen nada, sino que meramente subrayan un aspecto.

Afortunadamente, se está configurando un modelo más integrado, que va desde la neurociencia hasta la inteligencia artificial, de las operaciones no conscientes de nuestro cerebro a las decisiones conscientes. Es el modelo ejecutivo de la inteligencia. Distingue, en la inteligencia humana, dos niveles. El premio Nobel Daniel Kahnemann los denomina 'lento' y 'rápido'. Es más claro llamarlos 'nivel generador', que es inconsciente, y 'nivel ejecutivo', que es consciente. Es la inteligencia generadora, que capta información, la elabora, la guarda y, en parte, la convierte en experiencia consciente. Esa inteligencia es biología + memoria. Una de las características de este modelo es que supone una reivindicación de la memoria. Como ha mostrado nuestro compatriota, el gran neurólogo Joaquín Fuster, la memoria está presente en todas las funciones cerebrales. Percibimos desde la memoria, comprendemos desde la memoria, creamos desde la memoria. Educar es configurar la memoria. Una vez más, la ciencia nos indica que no hay nada más tonto que decir que la memoria es la inteligencia de los tontos. ¡De los tontos, y de los listos, y de los creadores, y de los genios!

La ciencia apunta a que el modo de comportarse un alumno en la escuela depende de cómo sepa autorregularse

La gran transformación evolutiva se dio cuando el cerebro humano fue capaz de controlarse a sí mismo, dirigir toda la potencia de la inteligencia generadora hacia metas a largo plazo voluntariamente elegidas. Eso transfigura toda nuestra vida mental. Los mecanismos perceptivos se transforman en buscadores y analizadores de la información, la atención involuntaria se prolonga en la atención voluntaria, podemos dirigir el aprendizaje de nuestra memoria, los sentimientos se pueden controlar, frenando la impulsividad, y el pensamiento automático se convierte en pensamiento dirigido, bien por normas de lógica formal, bien por normas de lógica inventiva. Llamamos inteligencia ejecutiva al conjunto de esas funciones. En España, contamos con grandes especialistas en este tema, como Joaquín Fuster, Javier TirapuMaría Rosario Rueda.

Este modelo permite definir los objetivos de la educación: ayudar a configurar la inteligencia generadora, para que sea fértil, ágil, rica en ocurrencias, creativa, y la inteligencia ejecutiva, capaz de elegir bien las metas, supervisar su realización y gestionar la atención, la memoria, la afectividad, la acción. Como escribe Stuart Shanker: “Estamos en medio de una revolución en la teoría y la práctica educativas. Los avances científicos en diversos campos apuntan a una misma conclusión: que el modo de comportarse un alumno en la escuela puede depender del modo como sepa autorregularse. Algunos investigadores creen que la autorregulación debería ser considerada como un indicador más importante de los desempeños educativos que el IQ”. El Center on the Developing Child de la Universidad de Harvard acaba de publicar 'Building Core Capabilities for Life', reforzando estas ideas.

La inteligencia ejecutiva permite aprender a pensar bien, a sentir bien y a tomar buenas decisiones. Cada persona puede diseñar su propio cerebro, es decir, su inteligencia, su memoria, su personalidad. Se trata de aprender y de saber qué hacer con lo aprendido. La educación se compone de 'conocimientos' y de 'destrezas no cognitivas'. Múltiples investigaciones convergen en ese modelo. Hace poco, ha aparecido en castellano el libro de Walter Mischel 'El test de la golosina'. Su tesis es que la capacidad de aplazar la recompensa -una función ejecutiva- es decisiva para el desarrollo del talento. El Departamento de Educación de EEUU ha publicado un informe titulado 'Promoting Grit, Tenacity and Perseverance: Critical Factors for Succes in the 21st Century', en el que llama la atención sobre la importancia de estas destrezas, y estudia los programas existentes para desarrollarlas.

Lo realmente importante, según la investigación, era la habilidad para dirigir la acción hacia metas a largo plazo y no hacia satisfacciones inmediatas.

Para el Instituto de Educación de la Universidad de Londres, estas destrezas no cognitivas son la motivación, la perseverancia, el autocontrol, la metacognición, las relaciones sociales, la resiliencia y la capacidad de enfrentarse a los problemas. Angela Duckworth y Martin Seligman quisieron descubrir por qué alumnos que comparten una misma nota en los test de inteligencia difieren mucho en cuanto a su rendimiento en la escuela. Su investigación reveló que el factor determinante era la capacidad de autocontrol que tenían los alumnos. Lo realmente importante era la habilidad para dirigir la acción hacia metas a largo plazo y no hacia satisfacciones inmediatas. Y no sigo con más testimonios, para no agotar su paciencia.

La educación debe ayudar a formar personas autónomas, capaces de tomar buenas decisiones, aprender con eficacia, gestionar las emociones y convivir adecuadamente. El modelo ejecutivo de inteligencia nos permite integrar todo lo valioso que la psicología moderna ofrece, y proporcionarnos un modelo sobre el que elaborar una pedagogía científicamente fundada. En la cátedra Inteligencia Ejecutiva y Educación, de la Universidad Nebrija, estamos elaborando programas para educación primaria y secundaria, que ya se están implantando en escuelas españolas. Si le interesa más información, puede pedírmela en el foro anejo a este artículo.

 

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