Una lección de vida (Óscar)
El pasado viernes 9 de marzo, se presentó en la Sala Arapiles la obra teatral “OSCAR. O la felicidad de existir”, dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente. Los beneficios totales estuvieron destinados a la Fundación Orvalle.
Hay historias que nos emocionan, que nos llegan, pero son pocas las que nos hacen despertar y admirar. Hay multitud de historias sobre enfermedades, sobre la muerte… pero no son más que eso, historias. Sin embargo, existen los hechos y existen personas que son capaces de transformar estas historias en verdades. Estamos acostumbrados a escuchar historias sobre el cáncer de un niño, de una madre… pero muy pocas veces se llega a lo más importante, no el contárselo a otros, ni el hecho de asumirlo, que es fundamental, sino saber enfrentarse. Y este es el caso de Óscar, un niño de diez años.
“Oscar o la felicidad de existir” representa una lección de vida protagonizada por un niño que no desea que se compadezca de su enfermedad, sino al contrario, de ser capaz de ver la vida de otra forma, de ser capaz de levantarte cada día como si fuera un regalo, de disfrutar con lo mínimo y sobre todo, enfrentarse y luchar por el regalo más preciado que tiene la persona, la vida.
Las catorce escenas giran en torno a las cartas que Óscar escribe a Dios, pero de una forma especial. Para aprovechar cada segundo del tiempo que le queda, Óscar, con la ayuda de su enfermera más querida, vive cada día como si tuviese diez años más que el anterior. De esta forma, cuando no le quede más tiempo, habrá pasado toda una vida.
En todos estos casos de situación límite se tiende a utilizar palabras “tabú” para mencionar otras como “muerte”, “enfermedad”, pero eso es la “gracia” de esta obra, que pretende demostrar que no siempre la delicadeza es la solución. Por eso, Éric-Emmanuel Schmitt tiene el objetivo de hacer ver al espectador la vida con otros ojos, con los de un niño inocente con ganas de vivir. Con esto, y lágrimas de emoción, la obra lleva a enseñar a disfrutar de cada momento, de acercarte un poco más a Dios, aunque cada uno a su manera, de valorar la amistad y de entender que no todo lo que ocurre en la vida es una desgracia, sino un forma nueva de aprender de uno mismo y de los demás.