Cómo conseguir que los niños tengan confianza en sí mismos

formacionhumana-mejorescolegios-orvalle1Publicado en Con Mis Hijos

Ayuda a tus hijos a tener seguridad y confianza en sus capacidades

Desde que nace, el niño va forjando la confianza en sí mismo a través de la mirada confiada y orgullosa de sus padres. Gisèle Georges, psiquiatra infantil, nos explica cómo alimentar esta sensación día a día. Porque la confianza en uno mismo nunca se adquiere de forma definitiva.

La confianza en sí mismo es un valor esencial para el niño, ya que es lo que le permitirá intentar cualquier cosa, aceptar desafíos y enfrentarse a nuevas situaciones sin angustiarse demasiado.

Cómo fomentar la confianza de los niños en sí mismos

La confianza en sí mismo tiene un verdadero efecto estimulante en el niño: le da la energía y el valor necesarios para adentrarse en la vida, enfrentarse a los aprendizajes, hacer amigos y conquistar, poco a poco, su autonomía. Frente a una dificultad, un niño que tiene confianza en sí mismo apostará por sus posibilidades de triunfar, se dirá que puede hacerlo.

El que carece de ella, se encerrará en una predicción negativa y estará convencido de que va a fracasar. De ese modo, o no hará siquiera el intento, o encontrará a alguien que acepte el reto por él, o efectivamente fracasará. ¡Y eso sí que es una lástima!

El niño adquiere las bases de esta sensación de confianza ya en los primeros meses de vida, gracias a los lazos de confianza y de apego que le unen a sus padres. Dado que los padres están atentos a sus necesidades e intentan responder a ellas lo mejor posible, el bebé se siente digno de interés y puede considerar el mundo que lo rodea con más confianza que desconfianza.

Por lo que a los padres respecta, también es esencial que confíen en sí mismos como padres, que no se dejen invadir por las dudas, aunque sea normal tenerlas. ¿Cómo puede un niño forjar la confianza en sí mismo si sus padres no están seguros de su papel y de su posición? No olvidemos que el pequeño adquiere confianza a través de la mirada de sus padres.

La tarea comienza con la actitud de los padres, reconociendo que el niño tiene todas las cualidades y las capacidades necesarias para lograr lo que se propone. Eso supone, para empezar, no tener miedo de todo, no transmitirle implícitamente el mensaje de que está rodeado de peligros, de que es preferible no intentar nada para no correr riesgos.

Los elogios son el abono indispensable para lograr la confianza y hacerla crecer. Es lo que le dice al niño que está sobre la buena pista, que ha escogido la estrategia adecuada para triunfar. Por eso no debemos dudar en felicitarlo. Muchos adultos de hoy han recibido una educación en la que, ante todo, se señalaban los errores y se consideraban los logros como algo normal. Se temía que la valoración de los actos convirtiera al niño en un ser pagado de sí mismo.

Para evitar este riesgo, basta con manejar bien los elogios centrándolos en el objetivo logrado, no en la persona. Es inútil que le repitamos constantemente lo guapo y listo que es. Lo realmente eficaz es decirle que el dibujo que ha hecho es fantástico y que estamos orgullosos de él.

La críticas también son necesarias, siempre que sean justas. ¿Que le ha tirado del pelo a su hermana? Es mejor subrayar que su conducta no nos gusta o que no es admisible que decirle que es malo. Demasiados excesos verbales del tipo «¡Eres un desastre» o «¡Eres insoportable!» –aunque pensemos que no tienen consecuencias porque los decimos en momentos de enfado- pueden acabar minando su autoestima. El amor no lo arregla todo...