La lectura en el primer año de vida del bebé

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Cómo despertar el interés de los bebés por los libros

Puede un bebé disfrutar de la “lectura”? Evidentemente no sabe leer, pero le gusta que le lean mientras tiene entre las manos un juguete muy especial, el libro. No le vamos a enseñar a leer. Pero le vamos a transmitir algo fundamental para toda su vida: el placer de la lectura.

Desde su nacimiento, el niño está en continua comunicación con su madre y los adultos que lo rodean. Reacciona a sus deseos, los escucha y, de alguna manera, comprende. De 1 a 3 años, la lectura para el niño es un juego compartido con el adulto, una forma de comunicarse con él. Y en este juego, ocurren cosas absolutamente inesperadas y positivas.

El libro es un juguete para los bebés

El libro, en esta etapa infantil, es también un juguete, pero con unas características originales: tiene imágenes grandes, colores y pequeños signos negros, y páginas que hay que ir pasando como parte de un juego de sorpresas. Los “lectores” no entienden los pequeños signos negros aunque sí intuyen que encierran tesoros que sólo papá o mamá pueden descubrir.

El libro, el bebé y sus padres

Si hacemos la prueba, comprobaremos que al pequeño le llama la atención el objeto y se fija en las páginas. Y es que el bebé es curioso, y esas páginas tienen figuras y colores que él distingue muy bien y le ayudan a explorar el pequeño mundo desconocido que lo rodea. Al mismo tiempo, papá o mamá le ponen voz a los dibujos, y la lectura cobra una dimensión única. Se crea así una encantadora relación con nuestro bebé en la que iremos atrayendo su atención, despertando su interés, estimulando sus capacidades, descubriendo “mundos” juntos, maravillándole. Un libro crea fluidos de comunicación, tiende lazos de afecto y complicidad cada vez más fuertes y más ricos. Y el niño lo percibe. Por eso la “lectura” le encanta, pero contaremos con su atención intermitentemente. Cada vez que vuelva al cuento, lo hará con más ganas. Igual que descubre el placer de un dulce, saborea la dulzura de un cuento.

Un libro enseña a hablar a los bebés

Le pone nombre precisamente a todas esas cosas que él no sabe cómo se llaman aunque le resultan familiares, conocidas, pero también le descubre objetos desconocidos. Su vocabulario se amplía gracias a esas lecturas oídas, a esas charlas en las que se repiten palabras nuevas. Porque el libro no solo le habla, sino que le hace hablar. En cada etapa de su desarrollo, el libro le va a proporcionar la ocasión de expresarse: con sus balbuceos y sus gestos, en una primera etapa, luego, con palabras y hasta con “discursos” y preguntas interminables. Poco a poco, irá dominando el lenguaje, condición indispensable para, en su momento aprender a leer.

Porque los cuentos relatan situaciones y emociones que el niño seguramente ya ha experimentado. Y, de esta manera, las vuelve a vivir, pero las comprende mejor. En el “espejo” de los cuentos se ven mejor las cosas y, además, de pronto, el niño deja de sentirse solo tanto en las pequeñas dichas como en medio de las inquietudes o ante muchos porqués sin pregunta. Cuánta seguridad transmite descubrir que en un cuento a los personajes les pasan las mismas cosas que le ocurren a él y que no sabe expresar más que con un: “¡ yo también!”.

El libro estimula la capacidad mental de los bebés

Y es que leer un cuentito a un niño no tiene nada de banal. Seguramente sin saberlo, estáis ayudándole a desarrollar la memoria, la capacidad de abstracción, el lenguaje, la imaginación… Es sorprendente ver cómo el niño repite palabras o el pequeño relato ayudado por el adulto. Más adelante, se aprenderá la historia de memoria, habrá adquirido más vocabulario y podrá elaborar frases mucho más complejas. En cuanto a la capacidad de abstracción, el niño hará pronto la relación entre el objeto que ha visto en la realidad y la representación del objeto que aparece en el dibujo. Y a partir de la imagen, aprenderá a construir su propia representación mental.

La lectura oída alimentará su imaginación, le ayudará a crear sus propios personajes, sus sueños. Y así, el bebé, que aprenderá a leer en su momento, sabrá que un libro proporciona un juego muy gratificante. De la afición a la lectura depende un placer inagotable, un desarrollo cultural y gran parte del éxito escolar. Razones suficientes para probar ya. Seremos testigos excepcionales de ese milagro que se va produciendo en torno al libro.

Un trampolín, una almohada, una caracola llena de arrullos, un espejo habitado por reflejos. No sabríamos vivir sin cuentos. Y los que digan que pueden a lo mejor es que no ‘viven’. ” Marie-Hélène Delval, autora de libros infantiles y juveniles.

Consejos para padres sobre el libro y los bebés

1- No te asustes si rompe alguna hoja o muerde el libro, es su forma de quererlo.

2- No le impongas una lectura, tiene sus preferencias.

3- No hagas de estos momentos de lectura un acto solemne; en realidad, son absolutamente cotidianos y afectivos.

4- No dejes de leer aunque se escape a jugar con los coches. Si quieres que adquiera las claves del libro, enséñale el funcionamiento: hay un principio, una parte central y un final.

5- No lo retengas si no quiere seguir escuchando, volverá, con toda seguridad.

6- Instálate con él o ella cómodamente, en el suelo o en un sillón.

7- Elige bien la historia, por sencilla que sea. Depende de sus gustos y del momento. Por ejemplo, a un niño muy juguetón le irán los libros con lengüetas, personajes que aparecen y desaparecen, desplegables….

8- Juega con la voz, los niños son muy sensibles al tono y al ritmo.

9- Transmítele emoción para que sienta la atracción de la historia.

10- Aunque conozcas todos los beneficios de poner al niño en contacto con los cuentos desde la primera infancia, vive la lectura con él como un placer compartido.

“Los libros para bebés son buenos para los padres”

Geneviève Patte, especialista en lectura infantil, subraya el valor afectivo y lúdico de estas primeras “lecturas” compartidas con los más pequeños: “Estos momentos de ‘lectura’ pueden ser de emoción intensa y de intimidad. No hace falta una formación especial para el adulto. Solo es preciso tomarse un tiempo, disfrutar del placer de estar juntos, de hablarse, de abrazarse o de aplaudir con cada sorpresa, de vivir el instante plenamente sin pensar en proyectos educativos, didácticos o en adquisiciones útiles para el futuro. Este es un intercambio totalmente gratuito, como el juego, y, por tanto, infinitamente precioso”.